3D es una abreviatura de uso internacional para el término "tridimensional" y, por tanto, un sinónimo de la representación espacial de diferentes cuerpos. Las dimensiones suelen referirse a la longitud, anchura y altura de un objeto.
El término 3D también sirve para distinguirlo de términos como 2D y 4D. Una hoja de papel con texto o representaciones gráficas se denomina objeto 2D, aunque en realidad también tiene naturalmente tres dimensiones. Si se añade el tiempo como dimensión, se habla de 4D. Si se quiere representar el 3D en un sistema de coordenadas, se necesitan tres ejes x, y y z. Esto permite describir cada punto del espacio de forma inequívoca.
Visión y audición tridimensionales
Los humanos pueden percibir los objetos en tres dimensiones porque la distancia entre los dos ojos garantiza que se envíen dos imágenes diferentes al cerebro y se reensamblen allí. Si se tapa un ojo, por ejemplo, resulta difícil o imposible juzgar correctamente las distancias. Lo mismo ocurre con las orejas. La distancia y la orientación permiten no sólo percibir acústicamente los sonidos y los ruidos, sino también determinar la dirección de la que proceden.
Las películas 3D
Cuando se habla de 3D en los negocios y la tecnología actuales, el término suele referirse a las imágenes y las películas, a la reproducción del sonido y a los procesos de escaneado e impresión. La reproducción de sonido tridimensional, por ejemplo, es posible gracias a múltiples altavoces conectados a un sistema estéreo, cuádruple o envolvente
Impresión 3D: el último desarrollo
El desarrollo más importante en este momento es la impresión tridimensional. Aunque las primeras máquinas existen desde la década de 1980, su uso comercial y residencial más generalizado ha comenzado recientemente. Mientras que las impresoras para usuarios privados trabajan sobre todo con plásticos, ahora hay máquinas en el sector industrial que también pueden utilizar metales, cerámica, líquidos y mezclas de materiales.
Los archivos imprimibles suelen crearse con programas de CAD o a partir de un escaneo 3D de objetos. El proceso no sólo permite producir componentes complejos que sólo pueden fabricarse de forma muy compleja y costosa con métodos convencionales, o no fabricarse en absoluto, sino que también es posible imprimir piezas de recambio directamente in situ, por ejemplo en plataformas de perforación petrolífera o en talleres de automóviles, ahorrando así el costoso y largo almacenamiento. La impresión 3D también se utiliza cada vez más en el sector sanitario.