Algunos piensan que sólo son los protagonistas de algunas de las películas de ciencia ficción más populares, pero en realidad los robots humanoides ya viven entre nosotros en cierta medida. Y, encendidas y en funcionamiento, realizan diariamente todo tipo de acciones diferentes, incluso no triviales. Como su propio nombre indica, un robot humanoide es una máquina con inteligencia artificial propia, que tiene una apariencia similar a la de los humanos. En algunos casos, son muy similares, hasta el punto de ser llamados androides. Una rama de la robótica, la robótica humanoide, que se propone la ambiciosa tarea de reproducir lo más fielmente posible las actividades físicas y cognitivas de una persona, incluso mejorándolas cuando sea posible.
De hecho, estamos ante máquinas moldeadas a nuestra imagen y semejanza pertenecientes a una "población" cada vez más numerosa, con todas las implicaciones técnicas, éticas y morales del caso. Y que, en definitiva, son capaces de realizar una amplia gama de actividades en lugar del hombre, de forma más o menos autónoma. Dado que se trata de un campo tan amplio y complejo, en esta guía intentaremos explicar de la forma más sencilla posible cuáles son las diferencias entre los distintos tipos de robots, explorando la "naturaleza" y las funciones del robot antropomórfico, el robot humanoide y el androide.
De robot antropomórfico a robot humanoide
Antes de centrarnos en el verdadero protagonista de esta guía -sí, el fascinante y controvertido robot humanoide- conviene aclarar las variables que entran en juego para diferenciar las distintas expresiones de la robótica. Empezando, como es lógico, por los robots antropomórficos. Se trata de máquinas que tienen la capacidad de imitar algunas de las habilidades del hombre, como la capacidad de moverse o percibir los espacios que conforman y delimitan el mundo que nos rodea.
En la actualidad, la robótica antropomórfica incluye tanto la robótica industrial como la robótica humanoide: en el primer escenario, nos referimos a todos aquellos robots que imitan las capacidades humanas -por ejemplo, los brazos mecánicos que reproducen el movimiento y las habilidades de los brazos y las manos humanas-, mientras que en el segundo caso, nos referimos a los que realmente tienen rasgos humanos, y están necesariamente compuestos por cabeza, torso, brazos y piernas.
Y si bien es cierto que los robots humanoides han evolucionado a un ritmo impresionante en apenas un puñado de años, actualmente se tiende a identificar la robótica antropomórfica con la robótica industrial, en particular con los brazos robóticos -también conocidos como brazos robóticos-, que se utilizan en las empresas para sustituir o trabajar junto a los humanos a lo largo de la cadena de producción. En nombre de la automatización industrial, que ahora ha alcanzado niveles que habrían sido inimaginables hace apenas unas décadas.
Ante tan incisivo progreso, los robots colaborativos desempeñan ahora un papel cada vez más importante en la gran familia de la robótica industrial. En este caso concreto, seguimos hablando de robots industriales, pero de aquellos que no necesitan ser programados antes de ser insertados en el ciclo de producción, sino que realmente van y aprenden sobre el terreno aprovechando una serie de sensores y unidades de cálculo y análisis. Como resultado, los brazos robóticos están dotados de la capacidad de memorizar todos los movimientos y operaciones que realiza un operador humano, que luego se replican a la perfección y en un tiempo significativamente reducido.
En cualquier caso, estas "criaturas" basadas en la investigación tienen claras diferencias con el robot humanoide, que puede definirse como una máquina autónoma con rasgos humanos que puede interactuar con su entorno. Muy a menudo el término se utiliza como sinónimo de androide: en la práctica, sin embargo, se tiende a distinguir entre ambos, utilizando el término robot humanoide para aquellos autómatas que se inspiran en el ser humano, y el término androide para aquellos robots que tienen rasgos humanos y que, al mismo tiempo, están dotados de sofisticados sistemas de inteligencia artificial.
Como puede verse, pues, un androide es a todos los efectos un robot humanoide dotado de su propia IA, que puede ser más o menos avanzada. Un autómata, en definitiva, que a su vez se diferencia de esos ciborgs futuristas que proponen un ser humano "aumentado", es decir, un cuerpo biológico mejorado con diversos injertos artificiales. A fin de cuentas, es importante aclarar que el término androide se utiliza tanto en masculino como en femenino, aunque se ha acuñado el correspondiente término gynoid para describir un robot humanoide con rasgos femeninos.
En todos los casos, pues, este tipo de máquinas están diseñadas para percibir el mundo exterior a través de sensores, y hechas prácticamente "vivas" con inteligencia artificial. Además, reaccionan a los estímulos externos mediante actuadores, es decir, los músculos motores que les permiten moverse tal y como lo hacemos en nuestra vida cotidiana.
Robots humanoides: los casos más famosos
Ahora se habla cada vez más de los robots humanoides. Y son muchos los casos "famosos" que han saltado a los titulares, no sólo de carácter exquisitamente científico y estrictamente técnico. Entre ellos, es imposible no mencionar a Asimo, que apareció por primera vez en el año 2000 como la undécima evolución de prototipos anteriores desarrollados por Honda, que sólo después decidió abandonar el proyecto. Las dimensiones del modelo más avanzado, fabricado en 2011, son de 130 centímetros de altura y 48 kilos de peso, y es capaz de caminar sin esfuerzo a casi 3 kilómetros por hora, incluso de correr casi tres veces más rápido.
El rendimiento dinámico también es impresionante, teniendo en cuenta que Asimo puede subir y bajar escaleras, saltar sobre una pierna, mover sus extremidades superiores y los cinco dedos de sus manos. A nivel cognitivo, también puede reconocer su entorno, vigilar y seguir objetos en movimiento, y distinguir entre humanos, cuya postura corporal y tono de voz puede interpretar.
Al lado de la máquina dedicada al incomparable Isaac Asimov -el escritor de ciencia ficción que inventó el término robótica- encontramos a Pepper, que puede definirse como un semi-humano. Este robot, de hecho, no tiene patas, que han sido sustituidas por ruedas más rápidas, y que soportan una estructura total de 1,30 metros de altura y 28 kilogramos de peso. Fabricado por Softbank Robotics, Pepper cuenta con sensores táctiles en los extremos de sus extremidades superiores, sonar, láser y giroscopio en su base para moverse de forma óptima en el espacio circundante.
También cuenta con dos cámaras en su cara y cuatro micrófonos, mientras que su pecho cuenta con una tableta como interfaz de interacción adicional. Todo ello para una máquina a la que se denomina comúnmente "robot social", considerando que su inteligencia artificial estándar incluye una capacidad evolucionada para interactuar con los humanos. Por ello, no es casualidad que pueda verse en acción en diversos lugares públicos, aeropuertos u hospitales. El siguiente es el robot humanoide Reem C, fabricado en España en las industriosas forjas de los Laboratorios Pal. Actualmente se encuentra en su cuarta evolución, dotada de un sistema de locomoción mejorado: ha pasado de ser un "simple" carro con ruedas a tener verdaderas extremidades humanoides.
No se distingue por su velocidad de desplazamiento -ahora fijada en 1,5 kilómetros-, pero su estructura de 1,65 metros por 80 kilos le permite levantar y transportar hasta 10 kilos. Uno de los proyectos más interesantes es RoboThespian, desarrollado y distribuido por la empresa británica Engineered Arts. Se trata de un robot que sabe actuar y sostener el escenario gracias a su marcada ironía, y su expresividad facial es única en el mundo de la inteligencia artificial.
Para continuar con este repaso, un claro ejemplo de robots humanoides italianos: iCub. Fruto del trabajo realizado por el Instituto Italiano de Tecnología (IIT), con sede en Génova, se trata de un pequeño robot -de 104 centímetros de altura- que reproduce los rasgos de un niño de cinco años. Su piel es especialmente sensible porque está recubierta de numerosos sensores táctiles, e iCub es capaz de gatear, caminar, sentarse, manipular suavemente objetos e incluso aprender a disparar un arco.
Entre los robots recepcionistas, los periodistas y los presentadores -por nombrar algunos- el robot humanoide más representativo de todos ellos, aún hoy, sigue siendo Sophia. Un robot humanoide con rasgos femeninos -cuyas facciones están inspiradas en el rostro de la emblemática Audrey Hepburn-, fue activado en 2015 por los investigadores de Hanson Robotics. Sophia es capaz de hablar con la gente y tener su propio sentido del humor, reproducir 62 expresiones faciales y expresar emociones. Se convirtió en el primer robot de la historia en convertirse en ciudadano de un estado.
Con un estatus distinto al de mero objeto. Incluso ha participado con éxito en varias entrevistas: oírlo responder, interactuar y reír hace imaginar un mundo evolucionado -y diferente del que vivimos hoy- en el que humanos y robots humanoides pueden convivir en armonía.