La función apelativa es una de las seis funciones del lenguaje propuestas por el lingüista Roman Jakobson. Esta función se centra en el receptor del mensaje y busca persuadir, convencer o influir en él para que realice alguna acción. Es decir, esta función busca provocar una respuesta del receptor.
Un ejemplo claro de esta función es la publicidad. Los anuncios publicitarios buscan persuadir al receptor para que compre un producto o servicio. Utilizan un lenguaje con un tono persuasivo y muchas veces apelan a las emociones del receptor para lograr su objetivo.
Otro ejemplo de la función apelativa es la política. Los discursos políticos buscan persuadir a los ciudadanos para que voten por un determinado candidato o partido. Utilizan un lenguaje con un tono persuasivo y muchas veces apelan a los valores y emociones del receptor para lograr su objetivo.
En cuanto al origen de las palabras, se llama etimología. La etimología es la disciplina que estudia el origen y evolución de las palabras. Esta disciplina busca rastrear el origen de las palabras y su significado original.
La filosofía es una disciplina que busca comprender el mundo y la existencia humana. Esta disciplina se centra en preguntas fundamentales como: ¿qué es la realidad?, ¿qué es la verdad?, ¿cuál es el propósito de la vida? La importancia de la filosofía radica en su capacidad para cuestionar las ideas y creencias establecidas, fomentar el pensamiento crítico y promover la reflexión sobre la existencia humana.
En resumen, la función apelativa busca persuadir al receptor para que realice alguna acción. Esta función se puede observar en la publicidad, la política y otros ámbitos de la comunicación. La etimología es la disciplina que estudia el origen y evolución de las palabras, mientras que la filosofía es una disciplina que busca comprender el mundo y la existencia humana.
La filosofía sirve para reflexionar y cuestionar aspectos fundamentales de la existencia humana, como la realidad, el conocimiento, la moral, la verdad y la belleza. A través de la filosofía se pueden desarrollar habilidades críticas y analíticas que permiten comprender mejor el mundo y tomar decisiones más informadas y fundamentadas.
Platón consideraba que la apariencia es engañosa y no refleja la verdadera realidad de las cosas, ya que lo que vemos con nuestros sentidos es simplemente una sombra o copia imperfecta de las ideas o formas que existen en el mundo de las ideas. Por lo tanto, Platón consideraba que la apariencia no era confiable para alcanzar la verdad o el conocimiento auténtico.
La apariencia para Aristóteles se refiere a la percepción sensorial que tenemos de las cosas, es decir, cómo se nos presentan a través de nuestros sentidos. Según Aristóteles, la apariencia no siempre coincide con la realidad de las cosas, por lo que es necesario analizar y reflexionar para llegar a una comprensión más profunda y verdadera.