La sexualidad es una de las experiencias humanas más complejas y diversas, y ha sido objeto de estudio desde diversas perspectivas, incluyendo la biología, la psicología y la sociología. Desde esta última disciplina, se ha explorado la sexualidad como un fenómeno social y cultural, que está moldeado por normas, valores y prácticas que varían en el tiempo y en el espacio. En este contexto, los dispositivos sociales juegan un papel relevante en la configuración de las formas en que experimentamos y comprendemos la sexualidad.
¿Qué es un dispositivo? Según Michel Foucault, los dispositivos son conjuntos heterogéneos de discursos, instituciones, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales y humanitarias que tienen como objetivo producir conocimiento, poder y subjetividad en una época determinada. Estos dispositivos no son entidades fijas o estáticas, sino que están en constante cambio y reconfiguración.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, por su parte, han desarrollado una teoría de los dispositivos que destaca su carácter productivo y creativo, en contraposición al enfoque foucaultiano que los ve como instrumentos de control y dominación. Para Deleuze y Guattari, los dispositivos son máquinas de producción de subjetividad y de mundo, que generan nuevas formas de pensamiento, acción y relación.
Giorgio Agamben, a su vez, ha propuesto una noción de dispositivo que se enfoca en su dimensión jurídica y política. Según Agamben, los dispositivos son mecanismos que producen sujetos y poblaciones en un estado de excepción, en el que se suspenden las normas y los derechos que protegen a los individuos. En este sentido, los dispositivos son herramientas que permiten la creación de zonas de exclusión y degradación, en las que ciertos grupos son considerados como peligrosos o superfluos.
Tomando estas perspectivas como referencia, podemos entender los dispositivos sociales como conjuntos de prácticas, discursos y tecnologías que configuran las relaciones sociales y la experiencia de los individuos. En el caso de la sexualidad, los dispositivos sociales incluyen normas y valores culturales, instituciones como la familia y la iglesia, leyes y políticas públicas, prácticas médicas y terapéuticas, medios de comunicación y tecnologías digitales, entre otros.
Nombrar los dispositivos sociales es un paso fundamental para poder analizarlos y transformarlos. Para ello, es necesario identificar las formas en que se articulan los discursos, las prácticas y las tecnologías en torno a la sexualidad, y cómo se produce la exclusión y la opresión en este ámbito. Al mismo tiempo, es importante reconocer las formas en que las personas resisten y subvierten estos dispositivos, creando nuevas formas de expresión y de relación.
Configurar nuestro propio dispositivo sexual implica tomar conciencia de las normas y valores que nos han sido impuestos, y decidir qué prácticas y relaciones queremos experimentar. Esto implica un proceso de exploración y de diálogo con uno mismo y con los demás, en el que se cuestionan y se transforman las formas convencionales de vivir la sexualidad.
Por último, es importante destacar que la sexualidad no es un ámbito aislado de la vida social, sino que está interconectada con otras dimensiones como el género, la raza, la clase social y la orientación sexual. Los periféricos mixtos son ejemplos de cómo estas dimensiones se entrelazan para producir experiencias diversas y complejas de la sexualidad. Los periféricos mixtos son aquellos dispositivos que combinan diferentes tecnologías o prácticas sexuales para producir nuevas formas de placer y de relación, como los juguetes sexuales, los juegos de rol o el BDSM.
En conclusión, la finalidad de la sexualidad no puede reducirse a una única respuesta, ya que depende de los dispositivos sociales que la moldean y la transforman. Al explorar y transformar estos dispositivos, podemos abrir nuevos horizontes para la experiencia y la comprensión de la sexualidad como parte integral de nuestra vida social y cultural.
Las cuatro dimensiones de la sexualidad son: biológica, psicológica, social y cultural.
Michel Foucault habló extensamente sobre la sexualidad en sus obras, enfocándose en cómo la sociedad ha construido y regulado la sexualidad a lo largo del tiempo. Foucault argumentó que la sexualidad no es una característica innata o biológica del ser humano, sino más bien una construcción social que ha sido moldeada y regulada por diferentes dispositivos y prácticas sociales a lo largo de la historia. También destacó cómo el poder y el conocimiento están intrínsecamente ligados a la sexualidad y cómo ciertas instituciones, como la medicina y la psiquiatría, han utilizado la sexualidad como un medio para ejercer el control social.