La elasticidad es una característica fundamental de los materiales, que les permite recuperar su forma original después de haber experimentado una deformación. En términos generales, se dice que un cuerpo es elástico cuando su deformación es reversible, es decir, cuando la fuerza que lo ha deformado desaparece, el cuerpo vuelve a su forma original. Sin embargo, cuando un cuerpo no puede recuperar su forma original después de haber sido deformado, se dice que es inelástico.
La inelasticidad se produce cuando la energía cinética de un cuerpo se transforma en otras formas de energía durante una colisión. En otras palabras, cuando dos cuerpos chocan, la energía cinética total del sistema se mantiene constante, pero parte de esa energía se transforma en calor, sonido o deformación plástica. Si la colisión es perfectamente elástica, la energía cinética total no cambia y los cuerpos rebotan sin sufrir deformación. Pero si la colisión es inelástica, parte de la energía cinética se pierde y los cuerpos se deforman y se quedan pegados.
En química, un catalizador es una sustancia que acelera una reacción química sin ser consumida por ella. Los catalizadores pueden actuar de diversas formas: disminuyendo la energía de activación necesaria para que se produzca la reacción, estabilizando los intermediarios de la reacción, o proporcionando una ruta alternativa para la reacción. Los catalizadores son muy importantes en la industria química, ya que permiten que se produzcan grandes cantidades de productos en tiempos razonables sin tener que aumentar la temperatura o la presión.
Existen varios tipos de reacciones químicas, dependiendo de los cambios que se producen en los átomos y las moléculas durante la reacción. Algunos ejemplos comunes son: las reacciones de oxidación-reducción, en las que se producen transferencias de electrones entre los reactivos; las reacciones de precipitación, en las que se forma un sólido insoluble a partir de dos soluciones; y las reacciones de ácido-base, en las que se intercambian iones de hidrógeno.
Para escribir una reacción química, primero se deben identificar los reactivos y los productos de la reacción. Luego, se escribe un enunciado químico que indica los reactivos a la izquierda de una flecha y los productos a la derecha. Por ejemplo, la reacción de combustión completa del metano (CH4) se escribe como: CH4 + 2O2 → CO2 + 2H2O.
Cuando dos cuerpos chocan, se producen tres tipos de impactos: elástico, inelástico y plástico. En una colisión elástica, los cuerpos rebotan sin sufrir deformación y la energía cinética total del sistema se mantiene constante. En una colisión inelástica, los cuerpos se deforman y se quedan pegados, y parte de la energía cinética se transforma en otras formas de energía. En una colisión plástica, los cuerpos sufren deformación permanente y no pueden recuperar su forma original.
La conducción tiene varios impactos en el medio ambiente y en la salud humana. Algunos de los impactos negativos son: la emisión de gases de efecto invernadero por los vehículos, que contribuyen al cambio climático; la contaminación atmosférica por los gases de escape de los vehículos, que afecta la calidad del aire y la salud humana; y el ruido y la congestión del tráfico, que pueden causar estrés y afectar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, también hay impactos positivos de la conducción, como la movilidad y la accesibilidad a lugares lejanos.
El choque o impacto es una colisión o encuentro entre dos o más objetos en el que se produce una transferencia de energía y puede haber deformación o cambio en la velocidad de los objetos involucrados. En física, se estudia principalmente el choque elástico (en el que no se pierde energía cinética) y el choque inelástico (en el que parte de la energía cinética se transforma en energía potencial de deformación).
En un accidente de tránsito intervienen varios factores, como el estado de la carretera, las condiciones climáticas, la velocidad a la que se circulaba, el estado del vehículo y la atención del conductor. También pueden influir factores externos, como la presencia de peatones o de otros vehículos en la vía.
El tránsito no fluido puede provocar problemas como congestión vehicular, aumento del tiempo de viaje, estrés en los conductores y emisiones contaminantes. Además, puede afectar negativamente la economía y la productividad al retrasar la entrega de bienes y servicios.