La cooperación entre el proveedor de Linux Novell y el casi monopolista Microsoft está provocando discusiones en la comunidad de desarrolladores. Una disputa pública entre los jefes de la compañía está inflamando aún más la situación.
¿Ha traicionado y vendido Novell a la comunidad Linux? ¿O, después de todo, el acuerdo con Microsoft es beneficioso para la difusión de Linux? Estas cuestiones son objeto de un intenso debate en los foros de desarrolladores de Linux de todo el mundo. Mientras que un bando cree que Linux y el concepto de software libre saldrán reforzados con el acuerdo de cooperación con Microsoft, ya que ésta reconoce así la coexistencia del sistema operativo, el otro bando cree que el gigante del software asesta así el golpe definitivo a Linux. Porque la desconfianza es grande, y muchos de los programadores de software cuyo trabajo entra en las diversas distribuciones de Linux -incluida la de Novell- se han visto hasta ahora en oposición a Microsoft.
Ahora la corporación, a la que consideran el Goliat de la industria del software, y cuya amenazante monopolización del mercado de los sistemas operativos había que evitar, se convierte de repente en socio y aprovechado de su trabajo voluntario, a menudo no remunerado. Esto tiene que ser digerido primero.
Pero no hay tiempo para eso. Novell tuvo que hacer frente a las llamadas de boicot de algunos programadores a los pocos días y se esforzó por calmar a la indignada comunidad del código abierto. Sin embargo, el jefe de Microsoft, Steve Ballmer, no tiene en cuenta estas sensibilidades, sino que añade sal a la herida. Lleva años afirmando que Linux infringe numerosas patentes de Microsoft, lo que la comunidad Linux siempre ha rechazado con indignación. Ahora considera que los pagos de licencias de Novell a Microsoft son una admisión de que el sistema operativo libre sí infringe sus propias patentes, y por tanto pone a Novell en una posición aún más difícil.
El director general de Novell, Ron Hovsepian, respondió en una carta abierta a la comunidad de desarrolladores en la que rechaza tajantemente la opinión de Microsoft. El acuerdo, dijo, no es ni una admisión ni una confirmación de que Linux o cualquier producto de Novell infrinja la propiedad intelectual de Microsoft. Al mismo tiempo, Hovsepian aprovecha para responder a las nuevas críticas de la comunidad de desarrolladores. Por ejemplo, señala los esfuerzos para defenderse de las patentes de software y subraya que Novell quiere seguir protegiendo, preservando y promoviendo el software libre. "Sabemos que la comunidad de desarrolladores de código abierto es vital para todas nuestras actividades en torno a Linux, y os invitamos a dialogar sobre cómo podemos seguir alcanzando estos objetivos juntos", implora Hovsepian a los anteriores compañeros de armas.
El acuerdo incluye numerosos detalles financieros. Por ejemplo, Microsoft pagará 240 millones de dólares por adelantado por 70.000 vales de servicio que se distribuirán entre los clientes que utilicen Suse Linux Enterprise Server además de Windows. Se invertirán 60 millones de euros en la comercialización de soluciones conjuntas de virtualización en un plazo de cinco años, y Microsoft invertirá otros 34 millones en un equipo de ventas. Los pagos de patentes de Microsoft a Novell ascienden a 108 millones de dólares estadounidenses; a cambio, Novell debe pagar al menos 40 millones, en función del número de distribuciones vendidas. Durante este tiempo, los clientes y programadores tienen la seguridad de que no serán demandados por infracción de patentes.
Comentario: más que un dedito
Cuando Novell firmó la cooperación con Microsoft, todo sonaba sencillo. Los clientes con entornos informáticos mixtos iban a tener menos problemas en el futuro. Parecía que Redmond había aceptado la existencia del sistema operativo libre. Sin embargo, el jefe de Microsoft, Ballmer, ha abierto un nuevo asalto en la batalla verbal contra Linux - y pone así al socio contractual en una posición difícil.
Los críticos de la comunidad de desarrolladores se ven confirmados, y si su número se desborda, Novell tendrá un problema: entonces faltarán fuerzas para los desarrollos conjuntos, así como para sus propios productos. Si Ballmer sigue así, pone en peligro la existencia del acuerdo... o la de la parte contractual.