Mario Dönnebrink, director general de d.velop recuerda Windows 3.11 para grupos de trabajo, LAN parties y la eterna disputa entre Redhat y Suse. Para el futuro, espera una -si se quiere- fusión del hombre y la máquina, por ejemplo a través de los nanobots.
¿Qué le viene espontáneamente a la mente cuando piensa en la informática de los últimos 25 años?
Dönnebrink: Espontáneamente, le vienen cosas a la mente, algunas de las cuales hoy le hacen sonreír o incluso un poco de nostalgia: Ordenadores Intel 486 sin sistema operativo de red y entonces: ¡Windows 3.11 para grupos de trabajo y Linux, cables BNC y fiestas LAN! Hablando de fiestas: descansos y fiestas de la feria CeBIT. Estoy pensando en el "efecto 2000", que en casi todos los casos no fue tal, pero sí bueno para el crecimiento de la industria. Me vienen a la mente los sistemas operativos Linux y la eterna discordia: Redhat vs. Suse, OS/2, Sun Solaris, Novell Netware, Unix. Windows, por cierto, nunca se pondría de moda, ni en el escritorio ni en los servidores, como tampoco se pondría de moda Internet, y eso a pesar de que en 1994 ya había montado con mucho esfuerzo una página web y una dirección de correo electrónico y viajaba a una velocidad vertiginosa de 14.400 bit/s. Hoy, en cambio, estamos hablando de hacer realmente de todo. Hoy en día, en cambio, estamos hablando de conectarlo todo en red y de la rapidez y las áreas en las que la IA puede ayudarnos. El abanico de estos desarrollos es enorme.
¿Qué visión de futuro tiene en mente para las TI dentro de 10 años?
Dönnebrink: "Las previsiones son difíciles, sobre todo cuando se refieren al futuro". Esta frase, a menudo atribuida a Mark Twain, tiene mucho de cierto. Pero mi predicción es la siguiente: Veo sistemas y servicios extremadamente fáciles de usar e intuitivos, posibilidades de entrada a través del reconocimiento de voz y el seguimiento ocular, quizás también a través del control del pensamiento, como ya es posible con las modernas prótesis artificiales. Empezando por un inmenso crecimiento de los wearables, que sustituirán cada vez más a los ordenadores y los smartphones, el hombre y la máquina se fusionan cada vez más. Los nanobots no sólo tendrán aplicaciones en medicina. El software, y la IA en particular, penetrará por tanto en todos los ámbitos de la vida, incluso para la realización de tareas exigentes y creativas, y su uso será cada vez más evidente, más fácil, pero también más eficaz. La productividad aumentará en gran medida como resultado, y el trabajo humano disminuirá. No, no se trata de un escenario de terror, sino de un desarrollo muy positivo -siempre y cuando se diseñe social y políticamente de forma constructiva desde el principio.